Date d'ajout : mercredi 19 août 2015
par Pablo PANEDAS
Isidoro de Pelusio es uno de esos personajes de segunda o tercera fila que llenan el escenario de la historia. Suelen pasar desapercibidos, pero con frecuencia tienen la clave de acontecimientos o momentos de gran relevancia. En el caso de Isidoro, se ha llegado a poner en duda su misma existencia. Con todo, parece que fue un profesor de retórica respetado en la ciudad de Pelusio, situada cerca de Alejandría, en el camino de Egipto a Palestina. Al final de sus años debió de retirarse y llevar vida de monje en el desierto de Nitria, hasta morir alrededor del 435. Lo interesante de Isidoro, al cabo de los siglos, es su correspondencia. Se escribió con un sinfín de personas de todas las clases sociales, y de sus cartas nos han llegado casi dos miL Hasta ahora, este epistolario se había estudiado más bien poco, a pesar de la riqueza que aporta al conocimiento de la sociedad egipcia y cristiana de la primera mitad del siglo V. El doctor Pierre Évieux, conocido editor de las obras de san Cirilo de Alejandría, llevaba años estudiando la figura y escritos del Pelusiota. De hecho, con posterioridad a esta obra que recensionamos, ha editado en Sources Chrétiennes el primer tomo de las Cartas de Isidoro. De modo que estaba en condiciones de ofrecer un estudio exhaustivo sobre el personaje. A la hora de organizar el material, Évieux ha preferido estudiar en primer lugar lo que él llama « le milieu », el ambiente o -mejor- los diferentes ambientes (geográfico e histórico en general, el político, el municipal, el eclesiástico y el monástico) reflejados en el epistolario. Y, en una segunda parte, se plantea el cúmulo de interrogantes a que se reduce la biografía de Isidoro, así como las características y contenidos de sus escritos. Añade después (pp. 387·410) una amplia lista alfabética de destinatarios, que resulta especialmente útil en este caso, mas la concordancia de las varias ediciones (pp. 411- 418) y un par de mapas del delta del Nilo, zona en la que Isidoro se mueve. Termina, en fin, con cuatro índices : de cartas citadas, nombres antiguos y geográficos, autores modernos, palabras y cosas.